El Congreso de los Diputados aprobó el pasado día 19 de septiembre la Ley de Emprendedores, para intentar facilitar la creación de empresas, el acceso a financiación para sacarlas adelante y, en un último término, crear empleo a través de ese tejido empresarial. Tras su paso por las dos cámaras parlamentarias, el texto ha sufrido distintas modificaciones para ampliar aún más los incentivos fiscales y bonificaciones.
Uno de los aspectos más destacados del texto es la rebaja de la contribución de los nuevos autónomos a la Seguridad Social con una tarifa plana de solo 50 euros durante los primeros seis meses, 125 en el semestre siguiente y 175 euros ya pasado el primer año de vida de la aventura empresarial del nuevo autónomo. En un principio, esta medida estaba orientada a los nuevos autónomos menores de 30 años, pero finalmente sale del Congreso con una aplicación para todos los autónomos, lo que le supone a cada uno de ellos un ahorro de unos 2.400 euros.
Para las personas que sufren discapacidades un 33 por ciento de minusvalía también se instaura una tarifa plana de cotización de 125 euros al mes durante 4 años y medio, a pagar después del medio año en que, como al resto, se le aplica una cotización de 50 euros.
Además de las cuotas reducidas durante el primer año, cuando más difícil es poner en marcha y rentabilizar una actividad por cuenta propia, el autónomo no tendrá que declarar el IVA de las facturas que ni siquiera ha cobrado, un adelanto que supone al colectivo 1.000 millones de euros cada año.